jueves, 4 de febrero de 2010

Nada que no sepamos....

Casi siempre perdemos las alas en pleno vuelo
no se por qué,
creo que miramos abajo y y nos fallan las agallas.
O sentimos el frío de la soledad
entramos en pánico y caemos.

Cuando recuperamos la conciencia
y nos damos cuenta de que tenemos un ala rota
optamos por amputarnos las dos;
Y quedamos ahí, hemos crecido.

No es fácil recuperar el aliento
se nos va la vida en ello;
Cuando logramos curar las heridas
sorpresa!! Ya somos viejos.

Por eso se que los niños y los viejos
tienen algo en común:

"No tienen miedo de perseguir los sueños".

Pero eso no es nada nuevo.

Los primeros persiguen los sueños
porque nada los detiene, nada pueden perder
no están atados a las cosas materiales
y mucho menos a los perjuicios morales.

Así que solo persiguen los sueños,
libremente, como quien sigue al viento.

Los segundos, los viejos,
persiguen los sueños creo
porque al final se convencen
de que no se llevaran con ellos
las cosas materiales;
Y los perjuicios morales
finalmente fueron solo moderadores,
mas nunca impulsores de sus sueños.

Te preguntarás:
Por qué si estoy tan convencida de eso
sigo aquí sentada y no persigo mis sueños?

Simple,

mi sueño siempre ha sido el mismo,

Que al igual que yo en este momento estoy sentada aquí
escribiendo,

alguien como tu, se tome el tiempo y lea lo que escribí.

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