En esos momentos donde no sabes que decir
y un nudo se apodera de tu garganta
ruegas a Dios por encontrar las palabras
que den consuelo y esperanza a quien los buscan en ti.
Somos amigos, padres, hermanos, o simplemente desconocidos, pero nadie tiene la respuesta correcta.
Entoces lo único que se te ocurre es decirles que busquen refugio en Dios
que él es el que tiene las respuestas y el bálsamo que alivia.
Y las lagrimas ruedan por tu rostro y respiras profundo para evitar seguir llorando y te dices a ti mismo: "se trata de consolar, no de empeorar las cosas", pero no puedes, la voz no te sale, las lágrimas no paran y las palabras de aliento se convierten en un simple abrazo.
Quién pudiera estar listo para enfrentar esos momentos y tener las palabras de aliento que esperan escuchar de nosotros.
Pero no es fácil, al final, te gana la impotencia,
y lo único que logras hacer, es llorar al lado de la otra persona.
te deje tanto tiempo..............
Hace 10 años